1667 - MEJORÍA DEL SÍNDROME COVID POSAGUDO TRAS LA VACUNA, ¿MITO O REALIDAD?
Hospital Clínic. Barcelona.
Objetivos: Algunas series han descrito mejoría del Post Acute COVID Syndrome (PACS) tras la vacuna frente al SARS-CoV-2. En este estudio se describe la mejoría de los síntomas prolongados asociados al PACS tras haber recibido la vacuna en una cohorte de pacientes.
Métodos: Estudio descriptivo, prospectivo y unicéntrico. Se incluyeron los pacientes en seguimiento en la consulta PACS entre agosto/20 y junio/21. Se comparó la evolución de las manifestaciones clínicas del PACS entre los pacientes que recibieron la vacuna y aquellos que no la habían recibido. Se incluyeron entre las variables el grado de fatiga (FSS) y la calidad de vida (SF36) entre la 1ª consulta y a las 4 semanas de la vacuna. El estudio fue aprobado por el CEIm del Hospital Clínic.
Resultados: Se analizaron 63 pacientes (71,4% mujeres), con una edad media de 49,6 años (DE 13,3). El 17,5% tenía diagnóstico previo de enfermedad inmunomediada y el 9,5% de fatiga crónica y/o fibromialgia. En la primera consulta, un 68,3% describía un curso recurrente-remitente de los síntomas, siendo la fatiga (86%), disfunción neurocognitiva (77,8%), disnea (65,1%), cefalea (65,1%) artralgias (57,7%) y mialgias (54%), los más frecuentes. El SF36 basal constató un empeoramiento en la percepción de salud respecto al año anterior en un 87,3% con un impacto importante de la fatiga (FSS M 51 ± 11). Cuarenta y cuatro (69,8%) pacientes recibieron al menos una dosis de la vacuna (26 Pfizer, 14 Moderna y 4 AZ) con una segunda dosis en 19 (15,8%) (14 Pfizer y 5 Moderna). A las 4 semanas de la vacuna se repitió la valoración clínica y se comparó con el grupo control no vacunado a misma fecha. No se apreciaron diferencias en el porcentaje de pacientes que mejoraron (63,6% en los vacunados frente al 57,9% de los no vacunados). Tampoco se obtuvieron diferencias significativas a nivel de la fatiga (54,5% vs. 47,4%; p = 0,87), artralgias (38,6% vs. 26,3%; p = 0,26) y en la calidad de vida medida por SF36 (2 ± 2 vs. 3,5 ± 2,3; p = 0,19). La fatiga medida con el FSS mejoró en los pacientes vacunados (38,5 ± 19,8 vs. 51,5 ± 12; p = 0,04). La tasa de empeoramiento clínico fue inferior en el grupo vacunado (4,5% vs. 10,5%), aunque no logró significación estadística (p = 0,66). No se encontraron diferencias por tipo de vacuna (p = 0,53) ni con el tratamiento farmacológico concomitante (p = 0,6).
Conclusiones: Actualmente no disponemos de tratamiento efectivo para el PACS. Algunas series han descrito una posible mejora tras la vacuna, aunque se desconoce el mecanismo subyacente. Por otro lado, hay pacientes que mejoran como parte de su curso evolutivo, además de por el tratamiento sintomático y programas de rehabilitación. En este estudio solo hemos podido demostrar diferencias estadísticamente significativas en la mejora de la fatiga tras la vacuna medida por FSS, aunque asumimos la limitación implícita al tamaño de la muestra. Se requieren datos a partir de cohortes prospectivas más amplias con grupo control para poder discernir el papel casual o causal de la vacuna en la mejora sintomática del PACS.