Protocolos para el manejo de la Enfermedad Tromboembólica Venosa
More infoLa trombosis venosa profunda (TVP) forma parte del espectro clínico de la enfermedad tromboembólica venosa (ETV), cuya incidencia anual se estima en 1-2 episodios por 1.000 personas y constituye la tercera causa de mortalidad cardiovascular en los países desarrollados.
Establecer un diagnóstico certero de la TVP es primordial para evitar complicaciones agudas, como la embolia pulmonar, y crónicas asociadas al síndrome postrombótico. Actualmente están bien establecidos los algoritmos diagnósticos para la TVP de las extremidades inferiores. Estos incluyen modelos de probabilidad clínica, que permiten establecer el riesgo de presentar la enfermedad con base en los antecedentes del paciente y en hallazgos clínicos, la determinación del dímero D, producto de degradación de la fibrina con un elevado valor predictivo negativo, y pruebas de imagen para confirmar el diagnóstico.
La ecografía venosa por compresión es la técnica de elección en la actualidad, al tratarse de una prueba no invasiva de fácil realización y que permite evaluaciones seriadas. Hay mucha evidencia acumulada de que en pacientes con baja o intermedia probabilidad clínica y un dímero D negativo (< 500 ng/ml) se puede excluir de forma segura el diagnóstico de TVP sin exploraciones adicionales. No hay un consenso tan claro sobre la necesidad de una exploración proximal o completa de toda la extremidad. Otras técnicas también pueden ser utilizadas, como la venografía por resonancia magnética o la tomografía axial computarizada en fase venosa, aunque estas no deben sustituir a la ecografía de compresión como primera prueba diagnóstica. Hay otras circunstancias especiales en las que el diagnóstico es más problemático y no existen algoritmos diagnósticos tan consolidados, como la TVP durante el embarazo, el diagnóstico de una retrombosis o la TVP que afecta a las extremidades superiores.
Deep vein thrombosis (DVT) is part of the clinical spectrum of venous thromboembolism disease (VTE), whose estimated annual incidence rate is 1-2 episodes per 1000 individuals and represents the third leading cause of cardiovascular mortality in developed countries.
Establishing an accurate diagnosis of DVT is essential for preventing acute complications (such as pulmonary embolism) and chronic complications associated with post-thrombotic syndrome. Currently, there are well-established diagnostic algorithms for lower extremity DVT, which include clinical probability models that help establish the risk of experiencing the disease based on the patients’ history, clinical findings, D dimer measurements, fibrin degradation product tests with a high negative predictive value and imaging tests to confirm the diagnosis.
Venous compression ultrasonography is currently the technique of choice because it is a non-invasive, easy-to-administer test that can make serial evaluations. There is much accumulated evidence that DVT can be safely ruled out in patients with a low or intermediate clinical probability and a negative D dimer (<500 ng/mL) without performing additional examinations. The consensus is not as clear about the need for a proximal or complete examination of the entire extremity. Other techniques may also be employed, such as magnetic resonance venography and venous phase computed axial tomography, although these should not be a substitute for compression ultrasonography as the initial diagnostic test. There are other special circumstances in which the diagnosis is more problematic and there are no diagnostic algorithms as consolidated, such as DVT during pregnancy, diagnosing rethrombosis and DVT that affects the upper extremities.
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