Una neoplasia puede presentarse de formas diversas (anemia, pérdida de peso, síntomas digestivos o de otros aparatos)1–3, manifestaciones que son motivo frecuente de consulta en medicina interna (MI), tanto a nivel ambulatorio como en hospitalización4. El diagnóstico oncológico es, por tanto, una de las principales causas de hospitalización de MI y un fenómeno poco estudiado hasta ahora.
Los objetivos de nuestro estudio son: describir la incidencia y las características clínicas de las neoplasias malignas diagnosticadas durante la hospitalización en MI, analizar la actitud terapéutica tomada y qué parámetros son los más determinantes para limitar los esfuerzos diagnóstico-terapéuticos. Para ello realizamos un estudio retrospectivo de una muestra aleatoria de 1.000 pacientes ingresados en MI de un hospital de tercer nivel (Hospital Universitario Fundación Alcorcón) entre los años 2005 a 2009.
Se diagnosticaron 36 nuevas neoplasias (3,6% del total de ingresos). La edad media fue de 76 años (73 en varones y 87 en mujeres), el 42% eran mayores de 80 años, el 64% varones y tenían deterioro cognitivo el 33%. El motivo de consulta más frecuente fueron los síntomas locales de la neoplasia (58%), seguido de síndrome constitucional (22%) y síntomas por la extensión del tumor (8%). La enfermedad estaba localizada al diagnóstico en el 44%, el 39% tenía metástasis a distancia, el 3% afectación ganglionar, ambas (a distancia y ganglionar) el 11%, y extensión por contigüidad en el 3%. En los menores de 80 años se presentaban más neoplasias en relación con síntomas locales (62 vs. 53%), aunque la enfermedad estaba más extendida al diagnóstico (62 vs. 47%, p<0,001). Al 44% no se le realizó diagnóstico anatomopatológico (AP), y la edad media de estos era de 88 años. En los que se le realizó diagnóstico AP la edad media era de 66 años (el 86% menores de 80). Los principales hallazgos fueron: neoplasia digestiva en el 44%, de pulmón en el 17%, hematológicas en el 14%, urológicas en el 8%, de ovario en el 6%, cerebral en el 3% y de origen desconocido en el 8%. En los mayores de 80 años había más neoplasias urológicas (12 vs. 5%) y de origen desconocido (21 vs. 0%), y en los menores de 80, hematológicas (19 vs. 6%), de ovario (9 vs. 0%) y pulmonares (24 vs. 6%). El tratamiento fue paliativo en el 56% de los casos y activo en el 44% (cirugía 12%, quimioterapia 56%, cirugía+quimioterapia 12%, cirugía+radioterapia 6% y quimioterapia+radioterapia 12%). Al 80% de los pacientes con diagnóstico AP se les realizó tratamiento activo. Ninguno de los que carecía de diagnóstico histológico recibió tratamiento activo (p<0,0001).
Se realizó diagnóstico AP en el 13% de los mayores de 80 años (vs. 86%, p<0,0001) y se pautó tratamiento paliativo al 93% de los mayores de 80 (vs. 75%, p<0,0001). No se realizó diagnóstico AP en ninguno de los pacientes con deterioro cognitivo vs. al 87% sin deterioro cognitivo (p<0,0001). El 100% de los pacientes con deterioro cognitivo recibió tratamiento paliativo (vs. al 30%, p<0,0001). El 14% de los pacientes falleció durante el ingreso.
La mayor parte de los ingresos en MI se deben a patologías respiratorias y a complicaciones de las enfermedades cardiovasculares5, pero también son considerables los ingresos relacionados con patología neoplásica, bien por complicaciones de las ya diagnosticadas, como por el diagnóstico de nuevas6 (las neoplasias en tratamiento activo, en nuestro centro, ingresan en oncología). En nuestra serie un 3,6% de los pacientes ingresados fue diagnosticado de nuevas neoplasias malignas. La mayoría estaba en edad geriátrica y una tercera parte presentaba deterioro cognitivo. La mayor parte consultó por síntomas locales, a pesar de estar localizada en menos de la mitad. Casi dos tercios se localizaron en aparato digestivo y pulmón. Los menores de 80 años presentaron diferencias en las neoplasias de nuevo diagnóstico, tanto por la etiología (más neoplasias hematológicas, de ovario y pulmonares y menos urológicas y de origen desconocido), como por la clínica (se presentan más en relación con síntomas locales), como en la extensión (más diseminadas al diagnóstico). En un porcentaje importante de los pacientes no se realizó confirmación histológica (44%) y se realizó tratamiento exclusivamente paliativo (56%). La edad muy avanzada (más de 80 años) y el deterioro cognitivo son determinantes al limitar los esfuerzos tanto diagnósticos como terapéuticos. La edad ya ha sido descrita como determinante en la actitud tomada con los pacientes7,8, pero no tanto el deterioro cognitivo9. En nuestra serie, aunque ambos factores se asocian a la realización de menos pruebas agresivas y al establecimiento de tratamiento exclusivamente paliativo, el deterioro cognitivo es aún más determinante (a ninguno de los enfermos con deterioro cognitivo se le realizó estudio AP ni se estableció tratamiento activo). Por tanto, existe una relación clara entre la edad y el deterioro cognitivo con la realización de pruebas diagnósticas agresivas y con el establecimiento de tratamiento oncológico activo.