Hemos leído con interés los artículos de Casas-Rojo et al.1 y Suárez et al.2. Resulta curioso que desde el comienzo de la pandemia se hayan publicado diversos perfiles de riesgo de infección, ingreso hospitalario o en unidad de cuidados intensivos y muerte por la COVID-19. En todos ellos se han incluido como factores de riesgo: la edad, la hipertensión arterial, el sexo masculino, la diabetes mellitus y la obesidad. Por otro lado, han cambiado las estrategias terapéuticas recomendadas. En particular, en estos perfiles de riesgo no se incluye el estado nutricional. Estamos totalmente de acuerdo que en la salud influyen distintas situaciones y factores extramédicos3. No hay duda de que el estado nutricional se considera un indicador del estado de salud y un elemento de resistencia frente a las enfermedades intercurrentes.
Se han publicado datos acerca de la influencia que tiene la alimentación en el sistema inmunitario y la predisposición a contraer enfermedades. Se ha comprobado que la carencia de determinados nutrientes afecta al sistema inmunitario por medio de la activación celular, cambios en la producción de moléculas de señalización y la expresión génica. Las carencias nutricionales en energía, proteínas y micronutrientes se han asociado a una disminución de la función inmunitaria y una mayor predisposición a las infecciones4. Además, los componentes alimentarios son determinantes importantes de la composición de la microbiota intestinal y, en consecuencia, pueden conformar las características de las respuestas inmunitarias del organismo. Las terapias de soporte nutricional forman parte de la asistencia de los pacientes con un alto grado de comorbilidad y edad avanzada, factores relacionados con una mayor probabilidad de presentar una evolución desfavorable (fig. 1).
Interrelación entre estado nutricional, salud y evolución de la COVID-19.
En la evolución de la COVID-19 se han implicado varios mecanismos. Entre los factores relacionados con el huésped figuran sexo, edad y enfermedades pulmonares y metabólicas. Un aspecto más desconocido es la interrelación entre estado nutricional y salud no solo a escala individual, sino también comunitaria y global. Varios factores contribuyen al estado nutricional, entre ellos, estabilidad económica, enfermedades coexistentes, racismo u otros tipos de discriminación e inseguridad alimentaria, determinada por un acceso desigual a nutrientes esenciales o alimentos saludables. Todos ellos condicionan el estado de salud comunitario e individual de manera que, a través de una alteración de la inmunidad innata y adquirida o de una microbiota intestinal poco saludable, predisponen a las personas a contraer enfermedades infecciosas, así como una COVID-19 más agresiva y grave.
Tan solo en pocos y pequeños estudios se ha indicado el estado nutricional de los pacientes con COVID-19, y en dichos trabajos quedó claro que los pacientes con carencias nutricionales tuvieron una evolución desfavorable5. No hemos encontrado recomendaciones relativas a estrategias de tratamiento y prevención a este respecto, únicamente artículos de opinión. Si el estado nutricional es un factor decisivo en la evolución de los pacientes con enfermedades infecciosas, ello nos lleva a preguntarnos: ¿es la nutrición el factor de riesgo olvidado en la infección por COVID-19?