ER-034 - ENFERMEDADES RARAS EN EL MUSEO DEL PRADO: LA MONSTRUA DESNUDA
Servicio de Medicina Interna. Hospital Universitario La Paz. Madrid.
Objetivos: Analizar desde el punto de vista médico, la presencia de patología en la pintura del Museo del Prado, para dar una perspectiva científica al arte y tratar de conocer más allá los diferentes personajes representados. En este caso exploramos el diagnóstico diferencial en el cuadro “La monstrua desnuda”, de Juan Carreño de Miranda.
Métodos: Se trata de un estudio observacional apoyado en la bibliografía histórica sobre el personaje, así como en diferentes aportaciones al diagnóstico diferencial realizadas por otros autores previos, mediante el cual trataremos de llegar a una conclusión final sobre el posible cuadro clínico tomando como base la exploración visual.
Resultados: “La monstrua desnuda” de Juan Carreño de Miranda es una obra del año 1680 en la que vemos representada una niña posando desnuda y apoyada en un pedestal. Aparece cubierta con una hoja de parra, presentando el cuerpo de Eugenia como el de un pequeño Baco sosteniendo un racimo de uvas, con la mirada perdida y expresión triste. Esta niña era Eugenia Martínez Vallejo, conocida como la niña monstrua de Carlos II, ya que fue el monarca quien encargó su retrato. La primera impresión a la inspección general es de un posible síndrome de Cushing. Presenta baja estatura con una obesidad extrema, atribuida a su voraz apetito. La obesidad es troncular y en miembros, con piernas elefantiásicas. Según referencias previas, a los 5 años pesaba unos 70 kg. La facies es cushingoide, con cara de luna llena y chapetas malares. Si nos fijamos bien, podemos apreciar estrabismo en el ojo derecho, con una mirada triste y perdida. También podemos considerar la presencia de ginecomastia, y el hecho de ocultar los genitales tras la hoja de parra nos hace plantearnos la necesidad de cubrir el vello púbico en relación a una posible pubertad precoz. ¿Hiperplasia, adenoma o carcinoma de las glándulas suprarrenales? Eugenia falleció a los 24 años de edad. Del mismo autor y año encontramos la versión de “La monstrua vestida”, donde aparece representada de nuevo nuestra protagonista, apreciándose los hinchados mofletes y la esférica cara, y en la que se observan lo que parecen ser sendas piezas de fruta en cada mano, pudiendo ser indicativas de su importante apetito.
Discusión: A pesar de este cuadro clínico como primera posibilidad, otros autores han considerado varios diagnósticos diferenciales, entre los que encontramos el síndrome adiposo-genital de Frohlich, dada la presencia de obesidad junto a escaso desarrollo genital, asociando retraso del crecimiento, con distribución de la grasa siguiendo un patrón femenino en torno a las caderas y las nalgas. Otra opción valorada ha sido el síndrome de Prader Willi, que asociaría obesidad infantil, talla baja, apetito incontrolable, hipotonía muscular con manos y pies pequeños, hipogonadismo y ocasional estrabismo, a veces con diabetes mellitus.
Figura 1.
Figura 2.
Conclusiones: En “La monstrua desnuda”, la primera posibilidad a considerar mediante el análisis observacional sería un síndrome de Cushing, aunque no se pueden descartar otras opciones de origen congénito como causa de su sin duda llamativo aspecto.