Unidad Gestión Clínica de Medicina Interna, Hospital Universitario del SAS de Jerez, Jerez de la Frontera, Cádiz, España.
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En su momento me planteé que en mi proyecto personal de vida únicamente me podía dedicar a cuidar a los demás y/o a enseñar, por eso me dedico a la asistencia –soy un clínico de a pie, que hoy mismo ha hecho historias clínicas, informes de altas, hojas de consulta, etc.– y a la docencia, de pregrado y postgrado, como profesor del Departamento de Medicina de la Facultad de Cádiz y como Jefe de Estudios de mi hospital, en Jerez, con mayor o menor fortuna, pero con dedicación desmesurada.</p><p id="par0015" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Permítanme dejarles bien claro desde el principio, que no les voy a hablar de creencias. Pienso que soy un hombre de convicciones profundas y sencillas, entre ellas la de respetar todas las religiones, siempre y cuando no atenten contra la convivencia pacífica. Pero, considero que éste no es el medio adecuado para ello y que, además, ese no es el encargo que mi amigo Juan me ha encomendado. Pero ello no significa que renuncie a la defensa de mis credos. Y pienso también que aunque el Camino (con mayúsculas) tienen un sentido especial para los católicos, cualquier persona de bien puede y debe emprenderlo. No es preciso un MacGuffin<a class="elsevierStyleCrossRef" href="#fn0005"><span class="elsevierStyleSup">1</span></a>. El Camino lo es. Por tanto, en las siguientes líneas voy a aportarles unos escasos datos, algunas vivencias reales [expresadas entre corchetes] y, sobre todo, a tratar de transmitirles mis reflexiones, emociones y sentimientos durante el Camino.</p><p id="par0020" class="elsevierStylePara elsevierViewall">No soy un experto en el Camino de Santiago, ni siquiera lo he hecho por completo, de facto creo que eso no es importante; solo he andado por dos tramos (desde Ponferrada a Santiago, en el camino francés, y desde Puente de San Miguel en Santillana del Mar hasta Tineo, en parte del camino de la costa y parte del camino primitivo) a lo largo de dos veranos y apenas tengo un par de guías de bolsillo. Pero, por eso mismo les recomiendo encarecidamente su realización.</p><span id="sec0005" class="elsevierStyleSection elsevierViewall"><span class="elsevierStyleSectionTitle">La preparación</span><p id="par0025" class="elsevierStylePara elsevierViewall">En la península se puede llegar a Santiago por varias vías (<a class="elsevierStyleCrossRef" href="#fig0005">fig. 1</a>). La más usada por los peregrinos es el camino francés que desde Roncesvalles, atraviesa Navarra, La Rioja, el norte de Castilla-León, para terminar entrando en Galicia por O Cebreiro hacia la capital. Se puede emplear también el camino del norte, bien por la costa, por la cornisa cantábrica, que en Grases se bifurca en un ramal hacía Oviedo, desde donde parte el camino primitivo, que se une en Melide con el francés, y en otro ramal junto al mar hasta Ribadeo, desde donde se dirige al interior para converger con el francés en Arzúa; asimismo están el camino portugués y la ruta de la plata, desde Sevilla por Extremadura y Castilla, entre otras que se detallan en la <a class="elsevierStyleCrossRef" href="#fig0005">figura 1</a>. Desde Santiago hay una prolongación hasta Finisterre. El Camino está señalizado con flechas amarillas, postes de madera y mojones de piedra. Si realizamos los últimos 100 km a pie o los últimos 200 a caballo o en bicicleta, acreditados con la credencial del peregrino debidamente sellada, la Oficina del Peregrino de Santiago nos otorgará la Compostela.</p><elsevierMultimedia ident="fig0005"></elsevierMultimedia><p id="par0030" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[Escrito en la chimenea de un albergue: «Coge lo que necesites, da lo que puedas».]</p><p id="par0035" class="elsevierStylePara elsevierViewall">¿Qué llevar? Si algo aprende uno en el Camino es que solo llevas a cuesta lo que necesitas. Y siempre se necesita menos de lo que uno programa al salir de casa, como dijo el poeta, «ligero de equipaje». Compras lo que empleas, porque sabes que lo accesorio lo tienes que cargar. Si su espalda es aún joven use los albergues, en caso contrario en Internet es fácil encontrar páginas web con múltiple información de alojamientos, hoteles, casas rurales, etc., en este caso les aconsejo que diseñen su ruta y reserven por teléfono; no es complicado.</p><p id="par0040" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Lo que sí es recomendable, es que los futuros caminantes se entrenen los meses previos con paseos progresivos por su ciudad o en pequeños senderos en sus localidades de origen. De cualquier modo, eso depende de la distancia y el tiempo que pensemos recorrer. Tu camino lo decides tú.</p></span><span id="sec0010" class="elsevierStyleSection elsevierViewall"><span class="elsevierStyleSectionTitle">Hacer el Camino</span><p id="par0045" class="elsevierStylePara elsevierViewall">El Camino de Santiago no es ir de senderismo, por la Gran Ruta 9, no es tratar de disfrutar de la gastronomía, después de la coartada del ejercicio, no es una forma especial de vacaciones, viendo monumentos, no es transitar por un «Itinerario Cultural Europeo», porque aunque puede ser todas esas cosas, es sin duda algo más. Hacer el camino es volver al origen. Hacer el Camino es fácil, basta poner de nuevo la clavija de tu selector en modo residente, volver a recordar que uno tiene que estar siempre en disposición de aprender; es sobre todo, una oportunidad única para reflexionar, dejar libre tu mente. A veces en la vida hay que «parar, templar y mandar». El Camino es el lugar ideal para ello (<a class="elsevierStyleCrossRef" href="#fig0010">fig. 2</a>). En el Camino adquieres sobre todo conocimiento de ti mismo y fortaleza.</p><elsevierMultimedia ident="fig0010"></elsevierMultimedia><p id="par0050" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Pero, además, hacer el Camino es adquirir un compromiso. Emprender una tarea sin, y esto es lo importante, esperar ninguna recompensa material; espirituales todas. Hacer el Camino es anteponer el espíritu a lo corpóreo. Realizar un esfuerzo con todo tu organismo, ¿Por qué duelen tantas cosas que nunca antes habían dolido?, para terminar satisfecho al acabar tu trabajo. Dedicación, compromiso, tarea, esfuerzo, satisfacción, son términos que definen el Camino.</p><p id="par0055" class="elsevierStylePara elsevierViewall">(«Cuando crees que ya no puedes más, siempre aparece una luz [como salida de la nada]. Esta luz renovará tus fuerzas y te dará fuerzas para un paso más». Escrito en una pizarra en el bar Arábiga, a la entrada de Salas, donde llegamos sin comer a las 16:45, del 12 de agosto de 2011, después de haber comenzado a caminar a las 8:00 de la mañana).</p><p id="par0060" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Según el diccionario de la Real Academia, peregrino, (del latín <span class="elsevierStyleItalic">per agrum</span>, a través del campo), significa, persona que anda por tierras extrañas. Pero, eso no equivale a ir solo. Nada más comenzar en el Camino, sin darte cuenta formas parte de una comunidad. Todos los peregrinos cuidamos de todos; sin que lo parezca, sin molestarnos, porque el camino es de cada uno, y cada uno es responsable de su camino.</p><p id="par0065" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[Desde Ponferrada a Galicia hay dos accidentes orográficos importantes, los repechos del Pollo y de O Cebreiro. A mitad del primero coincido con una mujer de mediana edad, disneica, sudada, fatigada, arrastrando a duras penas su bicicleta. «Buen camino, ¿Me permite que le ayude?». «¡No!, tengo que subir sola». «Y así lo va a hacer usted; yo no he pensado siquiera tocar su bicicleta, tan solo animarla». Se para y me mira apenas un segundo. «Mi marido está arriba, dice que no puedo subir sin ayuda». Disimuladamente, ojeo y atisbo a contraluz un casco de bicicleta que nos observa. «Creo que su marido se equivoca, usted va a subir». Por encanto sonríe, empieza a ascender contándome su vida, tiene dos niñas, trabaja en una oficina además de en casa, apenas hace ejercicio, no quería venir,… «Yo también tengo dos hijos; mi “doña” ya ha llegado arriba,…». Tenemos que parar para coger aire dos o tres veces más, no recuerdo. Pero la estoy viendo, en la cima, abrazando a su esposo mientras me guiña y yo voy, sediento, por mi botella de agua.]</p><p id="par0070" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Los peregrinos no se identifican por la mochila, con la ropa colgada secándose tras un día de lluvia, por las botas gastadas, por la concha, por los bastones o por el bordón,… sino por su mirada. Límpida. Y por un saludo: «Buen camino».</p><p id="par0075" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[A Adela le ha salido una erupción por el sol. Ya le ha ocurrido otras veces y solo le desaparece con una pomada concreta que no hemos traído. La farmacia no abre hasta las 10. Como hay que empezar a andar temprano, los tres nos acercamos a primera hora al Centro de Salud para ver si la tienen. Lo primero que me sorprende es el amplio mostrador de recepción y la amabilidad de la administrativa; deben de estar acostumbrados a «mochileros». Le explicamos nuestra situación y nuestro carácter de «sanitarios» y se acerca a hablar con el médico. Pasamos a la sala de espera. La única ocupante es una chica de unos 20 años en una silla de ruedas con un tobillo vendado, encogida. Ana se acerca a hablar con ella y cuando sabe que no ha desayunado se ofrece a traerle algo, pide un té. Aparece un nuevo caminante al tiempo que Adela y yo pasamos a la consulta. Por fortuna, en la sala de curas queda un tubo de pomada a medias y en dos minutos nuestro compañero se la aplica y nos da el resto. Al salir, el joven que ha sido atendido por el otro facultativo, sin saber que somos médicos, se acerca y nos pregunta, sin conocernos, ¡si se pone o no la inyección que le han prescrito! Nos presentamos y le explicamos que sí. Automáticamente, dice que le pinchen. <span class="elsevierStyleItalic">Confía más en nosotros como peregrinos.</span> Mientras tanto, Ana no puede consolar a Margarita, no puede seguir y tiene que volver, tenía muy poco tiempo libre, la última jornada ha hecho cerca de 40 km y tiene los pies machacados. Pero se promete a sí misma volver a intentarlo. Eso fue hace dos años. Estoy seguro que ya lo ha conseguido.]</p></span><span id="sec0015" class="elsevierStyleSection elsevierViewall"><span class="elsevierStyleSectionTitle">Reflexiones durante el Camino</span><p id="par0080" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[Tercer día, segundo café, se me despierta el lado izquierdo. Estamos en Colombres desayunando, de repente, no recuerdo por qué, Pilar comienza a reírse a carcajadas, inunda toda la sala, todos sonríen].</p><p id="par0085" class="elsevierStylePara elsevierViewall">La proposición del Camino es «con» no «de» ni por supuesto «contra». No hay que reírse de la gente sino con la gente, no hay que hablar de Pepe sino con Pepe. Hacer el Camino es compartir, convivir, contemplar, confiar, conversar, considerar, conceder, concertar, conciliar, congratular, … Ponerse en el lugar del otro, esa materia que no nos enseñan en la Facultad en la que los médicos deberíamos ser auténticos especialistas: la empatía. Lo que nos permite responder a nuestros pacientes cuando nos dan las gracias, esas palabras mágicas desgraciadamente cada vez más infrecuentes en la Sanidad Pública, con un: «<span class="elsevierStyleItalic">No; gracias a usted por su confianza».</span></p><p id="par0090" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[Hacer el camino es añorar a tu padre muerto y alegrarte porque aún puedes llamar a tu madre para agradecerle una vez más todo lo que hizo y hace por ti.] (<a class="elsevierStyleCrossRef" href="#fig0015">fig. 3</a>).</p><elsevierMultimedia ident="fig0015"></elsevierMultimedia><p id="par0095" class="elsevierStylePara elsevierViewall">El Camino es de nadie y es de todos. El Camino es de su gente y los peregrinos cuidan el Camino. El Camino es de la madre, que para demostrarles a sus hijas que podía hacerlo estuvo una semana en su casa haciendo las faenas con la mochila llena y sus botas puestas. Y lo terminó desde Ponferrada. El camino es de las familias que con sus hijos van jugando al «veo veo» y contando cuentos para mitigar la fatiga. También de las personas mayores andariegas que recorren parsimoniosamente el trayecto con esa dignidad que les caracteriza por haber tenido muchas experiencias y, cuando tercia, te las cuentan de forma sabia y sencilla. Y también de la gente joven, con un paso firme y marchoso tanto de día como de noche, trasnochando y haciendo tertulia y madrugando y acelerando el paso a final de la ruta para encontrar una cama en el albergue al final de la jornada. Y del chico catalán con el que compartimos la manzana en la montaña asturiana, que cambió el irse de veraneo a Málaga con sus amigos a emprender la aventura del Camino, él solo. Si no encuentra sitio en los albergues para dormir, llama a la puerta de los aldeanos y les pide cobijo, ¿A cambio de qué? Un trabajillo, como limpiar la cuadra, y recibe un plato de sopa, un dinerillo o bien, solo compañía y charla. Todos los credos, razas y orígenes son válidos, Sudáfrica, Brasil, Polonia, Francia,… el Camino es universal.</p><p id="par0100" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[Hacer el Camino es, para un urbanita, volver a oler a tierra, volver a oler a La Tierra. Atravesar un bosque de castaños centenarios.]</p><p id="par0105" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Algo diferente debe tener para que la gente repita e invierta dos y tres meses en caminar, bien solo, bien acompañado, porque eso es lo de menos, lo importante es «estar en el Camino», el de lo trascendente y el de lo efímero. En definitiva, lo que nos mueve como una fuerza como un imán a repetir la experiencia quizás tan alejada del otro mundo cotidiano, el de las prisas, el de la competencia y las zancadillas, el de la envidia... donde apenas hay cabida para la solidaridad, la compañía,… esas cosas sencillas que son las importantes de nuestra vida. Los valores «más humanos» de un mundo cada vez mas solitario e intolerante.</p><p id="par0110" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[La subida parece que no va a terminarse nunca. Abajo a la izquierda, lejana, la autovía y una fábrica. Llega, amortiguado, el ruido del tráfico. A la derecha una colina verde rematada por un penacho de eucaliptos. En su ladera un cementerio blanco, coqueto. Es mediodía y hace calor. Delante, en la vereda, dos de los motores de mi existencia, mi mujer y uno de mis hijos, parecen, en la distancia, dialogar mientras andan. Se oyen pájaros. Ana me adelanta. Me gotea copiosamente el sudor por la frente y desde la nuca. De repente, me siento feliz. Muy feliz.]</p></span><span id="sec0020" class="elsevierStyleSection elsevierViewall"><span class="elsevierStyleSectionTitle">Perspectiva final</span><p id="par0115" class="elsevierStylePara elsevierViewall">[En el desayuno, las noticias de fondo en la televisión. Se va el mundo a la porra, las bolsas caen, Londres arde y nosotros,… haciendo el Camino en, según mi hijo, «modo anti-crispación». No sin ton ni son como el sombrerero loco de Alicia, que no tenía tiempo para llegar, sino <span class="elsevierStyleItalic">haciendo nuestra tarea</span>. Les recuerdo la anécdota del sueco que venía todos los años de vacaciones a la Costa del Sol e hiciera soleado o nublado, se iba a la playa. El vigésimo verano, el dueño del hotel se atrevió a preguntarle porque iba si amenazaba lluvia. El contestó: «Yo tengo dos semanas al año para broncearme y allí estaré, si el sol no viene ese es su problema». Saben, siempre volvía moreno.]</p><p id="par0120" class="elsevierStylePara elsevierViewall">Espero, dentro de poco, volver a empezar por tercera vez el Camino. Ojalá nos encontremos en la senda. Sigue las flechas amarillas. Buen camino. Un abrazo. Ultreia.</p></span></span>" "textoCompletoSecciones" => array:1 [ "secciones" => array:4 [ 0 => array:2 [ "identificador" => "sec0005" "titulo" => "La preparación" ] 1 => array:2 [ "identificador" => "sec0010" "titulo" => "Hacer el Camino" ] 2 => array:2 [ "identificador" => "sec0015" "titulo" => "Reflexiones durante el Camino" ] 3 => array:2 [ "identificador" => "sec0020" "titulo" => "Perspectiva final" ] ] ] "pdfFichero" => "main.pdf" "tienePdf" => true "multimedia" => array:4 [ 0 => array:7 [ "identificador" => "fig0005" "etiqueta" => "Figura 1" "tipo" => "MULTIMEDIAFIGURA" "mostrarFloat" => true "mostrarDisplay" => false "figura" => array:1 [ 0 => array:4 [ "imagen" => "gr1.jpeg" "Alto" => 2110 "Ancho" => 2833 "Tamanyo" => 529720 ] ] "descripcion" => array:1 [ "es" => "<p id="spar0005" class="elsevierStyleSimplePara elsevierViewall">Rutas diferentes para llegar a Santiago de Compostela (A Coruña). 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